jueves, 6 de diciembre de 2012

La forma de vida de Jesús


 
El tiempo de Adviento es un buen momento para reflexionar sobre la venida del Señor y algunos de las implicaciones que ello conlleva a la vida de los creyentes.

Jesús es la concreción real de la misericordia de Dios y en con su venida ha hecho realidad palpable la cercanía y solidaridad del Altísimo; se ha presentado el modelo creíble de la opción por los pobres y necesitados. 

Realmente la Encarnación del Verbo es un empobrecimiento de Dios, porque el Hijo se vacía de los recursos del poder y de la majestad del mundo, para convertirse en “El pobre por antonomasia”, el que se despeja de su interés propio para entregarse a la misión que el Padre le había encomendado, para no cerrarse en sus propias conveniencias, sino para actuar en favor de los demás, siendo servidor y no servido por los demás.

Para Jesús la pobreza se convierte en una forma de vida, que hace presente lo más particular de su persona y de la vez del mismo ser de Dios: estar abierto a los demás, eliminar barreras de la exclusión y de la marginación, acoger al que se encuentra solo y abandonado, despojarse de lo propio para compartir, renunciar a las riquezas que se obtienen a costa de los demás y ofrecer lo suyo siempre para compartir. El acercamiento y la solidaridad en la vida de Jesús llegan hasta el nivel de identificarse con los más pobres, a hacerse pobre con los pobres.

A nuestro alcance tenemos la gran analogía entre la presencia de Jesús en la Eucaristía y en los pobres. El pan consagrado y compartido en la misa, es el cuerpo entregado del Señor.  Desde la Eucaristía nos está llamando para que como el samaritano nos hagamos prójimos, porque Él está en los pobres y en ellos quiere ser atendido.

Ojalá sea este nuestro regalo, ante esta navidad.

1 comentario:

  1. ¡Ven, Señor Jesús! Necesito tu venida a mi corazón, Señor. Ayúdame a convertirme.

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