Del 28 al 30
de junio ha tenido lugar en la Casa de Ejercicios San José de El Escorial la
70ª Asamblea de las Cáritas de las Diócesis de la Conferencia Episcopal
Española, reunión que anualmente convoca a los representantes de estas
instituciones de la Iglesia, presididos por D. Alfonso Millán, obispo delegado
por la CEE para Cáritas.
El análisis
de los últimos cuatro años ha evaluado la importancia de vivir en las
fronteras, porque cáritas ha nacido para ir, estar y compartir aquellos lugares
y personas donde hay dolor y sufrimiento. Solo con los sentimientos de Cristo, “corazonando”
la realidad sufriente podemos sentir y compartir, sustentado por el Espíritu,
pues sólo Él es capaz de convertir la fuerza en debilidad.
Siempre
tenemos el peligro presente, peligro de la enfermedad más que del accidente,
porque todos nos quieren, porque tenemos muchas medallas, reconocimientos, en
todos lados nos abren las puertas, eso no es mal y ciertamente es de agradecer,
pero también es motivo para que llevemos a la reflexión y al discernimiento los
aplausos del mundo, porque cuando existe tanto cariño y fervor, algo nos pasa.
Debemos
evitar la mundanidad espiritual, que agradece que estemos en el centro y no en
la periferia; estamos llamados a vivir en la periferia, fuera de la ciudad,
como fue el lugar en el que el Redentor entregó su vida y salvo al mundo. Si
somos una cáritas que no siente, no somos cáritas; sentir la realidad es
mostrar la realidad. Cáritas ha de generar caridad, fruto. No podemos estar en
la realidad sin aspirar a otra realidad.
“No se trata de socorrer a muchos pobres, se trata de decir que este modelo
no sirve”, nos dice elpapa Francisco
A veces
tenemos muchas ganas, pero nos cansamos pronto. Estamos viviendo una realidad
que se mueve muy poco, por eso es importante la espiritualidad, vivir unido
siempre al Señor. La espiritualidad debe encarnarnos en los dolores del mundo,
sintiéndonos acogidos por el Padre de los Pobres..
“El
escándalo de la pobreza y la exclusión nos rompe el alma” decía el Papa. Nos
hemos acostumbrado a la pobreza y nos parece que vivir con ella es
absolutamente normal, y sigue siendo un escándalo en este mundo donde tantas
riquezas hay. Tenemos que ser personas removidas por dentro e indignados con el
sufrimiento de nuestros hermanos.
Es importante
el compromiso de las personas que se implican en Cáritas y en otros espacios
civiles y eclesiales, ellas son frutos del Espíritu, así se ha denotado en los últimos
años en el incremento sostenido en los últimos años de financiación privada, en
familias desfondadas pero que comparten lo necesario, en el aumento de la
solidaridad informal, entre personas, vecinos, etc., en la potenciación del
voluntariado.
La desmoralización
social nos convoca a buscar primero el Reino de Dios y su Justicia. No podemos
perder el sentido y misión, como algunas organizaciones que solo piensan en
sobrevivir como tales cuando se les ha acabado la financiación pública o
privada y que algunas has llegado al “todo vale” para captar recursos. Tampoco
podemos olvidar a los migrantes a los que hemos reclamado con anhelo para que
colaboraran en nuestra sociedad del bienestar y ahora enviamos a sus hogares o
los tratamos como mercadería y no como personas. Ni que decir tiene que se
impone la frase “primero a los nuestros y luego a los de afuera” o “la caridad
empieza primero por casa” con lo que estamos abandonando a ayuda al Tercer
Mundo y la solidaridad con los que llevan en crisis profunda toda la vida; a
nosotros como Católicos-Universales no se nos puede ni pasar por la cabeza.
“La política desnortada clama por un compromiso decidido de los cristianos
para construir el bien común” Benedicto XVI.
Las personas
vulnerables, los más débiles desde luego no son lo primero en importancia. La
política está pasando de cumplir su misión de garantizar derechos a gestionar comedores
o bancos de alimentos, porque esto es siempre más fácil para ellos que crear leyes
que miden las consecuencias sociales de su promulgación. Se han erosionado las
políticas sociales y continúan erosionándose; el futuro no es nada halagador.
Por eso en esta Asamblea, las Cáritas de España ha renovado los siguientes compromisos:
- Estar presente con los últimos y no atendidos, de otra manera no seríamos cristianos, porque el cristiano no es un ser que reparte, sino una persona que comparte.
- Formar más y mejor a los voluntarios y trabajadores; más formación para mejor servir.
- Impulsar a nuestras comunidades eclesiales facilitando que la Iglesia sea más dinámica y más comprometida en el mundo.
- Construir una presencia pública cualificada desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.
“Salir a las periferias sociales y existencias… y volver para compartirlo”
Francisco, exige
riesgo y creatividad, comunión y eclesialidad de contraste.
Debemos
tener un discernimiento constante, las personas y los grupos para avivar una
conciencia que nos ayude a hacernos cargo de la realidad, con compromiso y
ternura de rostro, y espiritualidad encarnada para cargar con el sufrimiento de
los hermanos.
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